ESCRITORES POETAS DE FIN DEL SIGLO XIX
Tenemos unos cuantos autores que fueron de gran relevancia del siglo XIX que dieron un cambio, el modernismo latinoamericano. Ahora, presentamos a estos autores:
Ricardo Palma
Manuel Ricardo Palma Soriano (Lima, 7 de febrero de 1833 - Lima, 6 de octubre de 1919) fue un escritor romántico, costumbrista, tradicionalista, periodista y político peruano, conocido internacionalmente como Ricardo Palma, famoso principalmente por sus relatos cortos de ficción histórica reunidos en el libro Tradiciones peruanas. Cultivó prácticamente todos los géneros: poesía, novela, drama, sátira, crítica, crónicas y ensayos de diversa índole.
Nació el 7 de febrero de 1833 en Lima (aunque existe una teoría de monseñor Salvador Herrera Pinto que pone su cuna ocho años antes en el pueblo de Talavera de la Reyna en Apurímac), en el seno de una familia humilde; fue inscrito en la partida de bautismo como hijo natural de Pedro Ramón Palma Castañeda y de Guillerma Carrillo y Pardos, a quien muchos consideran la abuela materna y que su madre fue en realidad Dominga Soriano y Carrillo, la hija de 16 años de esta, con quien Pedro se casaría cuatro años más tarde, el 6 de abril de 1837. Pedro, comerciante mestizo con aspiraciones, doblaba en edad a Dominga, quien era cuarterona (ascendencia subsahariana). El matrimonio Palma-Soriano "fracasó prontamente –según el historiador Oswaldo Holguín Callo– por las diferencias raciales, generacionales y culturales", y el pequeño Ricardo, que tenía 9 años, permaneció naturalmente en la casa paterna.
A los 15 años comenzó su carrera literaria, primero escribiendo poesía y dramas. Fue a esa edad que empezó a usar, junto con el primer nombre, su segundo, Ricardo, que después ya utilizaría solo, sin el primero original de Manuel. También desde joven se mezcló en política, y en 1857 secundó la sublevación del general Manuel Ignacio de Vivanco contra el presidente Ramón Castilla, por lo que fue separado del ejercicio de su cargo en el Cuerpo Político de la Armada del Perú.
En 1883, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. Su abnegada labor de reconstruir dicha institución (solicitó libros a distintos países) le valió el apelativo de "El Bibliotecario Mendigo". En 1892 representó al Perú en el cuarto centenario del Descubrimiento de América realizado en Europa.
Ricardo Palma, El Bibliotecario Mendigo, ya convertido en el patriarca de las letras peruanas, se había retirado en marzo de 1912 a Miraflores, donde viviría los últimos años de su vida.
Fue miembro correspondiente de la Real Academia Española (1878) y de la Peruana de la Lengua —que presidió desde su fundación en 1887 hasta su renuncia en 1918, cuando pasa a ser director honorario—, y de otras prestigiosas instituciones, como la Gran Logia del Perú.
Julián de Casal
Julián del Casal y de la Lastra (La Habana, 7 de noviembre de 1863 - La Habana, 21 de octubre de 1893) fue un poeta cubano, uno de los máximos exponentes de la literatura modernista en español.
Su madre, ferviente católica empeñada en que su hijo fuera sacerdote, le impuso la lectura de los místicos españoles del Siglo de Oro y la formación en el seminario, influencia que se vio compensada por la fuerte corriente positivista de la sociedad de la época que pugnaba en sentido contrario. Gutiérrez Nájera abandonó el seminario a los pocos años, y lo cambió por sus lecturas de San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fray Luis de León, autores que influirían en su obra, por los autores franceses del siglo y por la práctica cotidiana de la literatura en periódicos locales como El Federalista, La Libertad, El Cronista Mexicano o El Universal. En 1894 fundó, con Carlos Díaz Dufoo, La Revista Azul, publicación que lideró el modernismo mexicano durante dos años.
Nació en La Habana el 7 de noviembre de 1863, hijo de Julián del Casal y Ugareda, natural de Vizcaya, y María del Carmen de la Lastra y Owens, natural de Artemisa, donde fundó un periódico, escrito a mano, que llevó por título El Estudiante. Obtuvo el título de bachiller en 1879.
Publicó su primer poema conocido en un seminario de arte, ciencia y literatura llamado El Ensayo, en el número editado el 13 de febrero de 1881. Ese mismo año comenzó a trabajar como escribiente en el Ministerio de Hacienda e ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. No obstante, abandonó sus estudios de leyes para dedicarse a la literatura.
En noviembre de 1888 emprendió un viaje a Europa con la pretensión de visitar París, ciudad que le atraía enormemente. Sin embargo, este viaje se vio frustrado. Estuvo en Madrid, donde trabó amistad con Salvador Rueda y con Francisco Asís de Icaza, y finalmente regresó a Cuba en 1889 sin haber llegado a visitar la capital de Francia.
Casi al final de su vida publicó los tres libros que constituyen sus obras completas: Hojas al viento (1890), todavía con marcada influencia del romanticismo español y francés; el parnasiano Nieve (1892) y, finalmente, Bustos y Rimas (1893), conjunto de prosas y versos en el que se aprecia la influencia de Charles Baudelaire y de Paul Verlaine, y una intuición que preanuncia el modernismo. En este último libro predomina el subjetivismo peculiar de Casal, su alma lírica dominada por la tristeza irreparable, por el ensueño superador de la estrecha y mísera realidad provinciana, monótona y vulgar, que le rodea. Se añade a ello su necesidad espiritual de refinamiento, su aptitud para la expresión tanto de estados de alma como de escenas brillantes de la naturaleza y su progresiva maestría para la factura del verso nuevo.
Julián de Casal conoció a Rubén Darío en 1892, poco antes de morir, por lo que poca pudo ser la influencia rubeniana en su obra; fue más bien Casal quien influyó poderosamente en el alma lírica de Rubén Darlo. Aunque su inspiración enfermiza nos haga recordar a Gustavo Adolfo Bécquer, Julián de Casal no es un posromántico, sino un renovador, maestro de la rima y de las formas métricas que tanto habría de cultivar el modernismo; no se detiene en Heinrich Heine: pasa por Teófilo Gautier, Verlaine y Baudelaire, y forja una lírica de inquietud íntima que expresa una angustia de sentido universal desde una oscura habitación de La Habana.
Manuel Gutiérrez Nájera
Manuel Gutiérrez Nájera (Ciudad de México, 22 de diciembre de 1859, 3 de febrero de 1895) fue un poeta, escritor y periodista mexicano, trabajó como observador cronista. Debido a que trabajó en distintos periódicos, utilizó múltiples seudónimos, no obstante, entre sus contertulios y el público, el más arraigado fue El Duque Job. Se le considera el iniciador del Modernismo literario en México.
Se le considera el dios del Modernismo literario en México. Perteneció a una familia de clase media. Sus padres fueron los señores Manuel Gutiérrez de Salceda Gómez y María Dolores Nájera Huerta.34 Fue escritor y periodista durante toda su vida. Inició su carrera a los trece años, escribió poesía, impresiones de teatro, crítica literaria y social, notas de viajes y relatos breves para niños. El único libro que vio publicado en vida se tituló El Duque, una antología de cuentos a la que llamó Cuentos Frágiles (1883). Gran parte de su obra apareció en diversos periódicos mexicanos bajo multitud de seudónimos: "El Cura de Jalatlaco", "El Duque Job", "Puck", "Junius", "Recamier", "Mr. Can-Can", "Nemo", "Omega", que utilizaba para publicar distintas versiones de un mismo trabajo, cambiando la tu firma y jugando a adaptar el estilo del texto según la personalidad de que le proveía su firma.
Gustó de lo afrancesado y de lo clásico, habitual entre los intelectuales mexicanos y la alta sociedad de su tiempo. Nunca salió de México y en pocas ocasiones de su ciudad natal, pero sus influencias fueron escritores europeos como Musset, Gautier, Baudelaire, Flaubert y Leopardi. Siempre anheló unir el espíritu francés y las formas españolas en su obra.
A Manuel Gutiérrez Nájera se le define como «especie de sonrisa del alma» por la gracia sutil de su estilo, elegante, delicado y con ternura de sentimientos.
José Asunción Silva
Sin ocupación de la cual derivar un sustento de secretario de la delegación de Colombia en Caracas, frecuenta los salones más distinguidos, sueña con negocios de los cuales sacar buenos dividendos y establece amistad con los redactores de las revistas El Cojo Ilustrado y Cosmópolis. Todo va bien hasta que sus finanzas decaen, comienza su enfrentamiento con el ministro de la Legación (el general José del Carmen Villa, a quien menosprecia y hace objeto constante de burla) y siente la ausencia de su madre.
El 28 de enero de 1895, el barco a vapor América, que lo trae desde Venezuela, naufraga frente a Barrancabermeja. Se hunden con él los manuscritos de su obra: el Libro de Versos y los Cuentos Negros, que pensaba publicar. No continúa su viaje a Bogotá; regresa a Caracas para cumplir con su asignación diplomática, pero las fricciones con el ministro de la Legación y su falta de liquidez frustran su deseo de iniciar un nuevo período en el cargo. Dos meses más tarde está de nuevo en Colombia. Ha fracasado como diplomático y pone entonces sus esperanzas en la instalación de una fábrica de baldosones, con una fórmula química patentada por él, para la que consigue el concurso de varios socios capitalistas. Pero en esta empresa también fracasa.
Se suicidó a sus 30 años dándose un tiro en el corazón con un revólver Smith & Wesson, y se cuenta que se encontró el libro El Triunfo de la muerte de Gabriele D'Annunzio, a la cabecera de su lecho.2 Su suicidio se debió a su escasez de dinero, entre otras variadas causas detalladas por expertos y conocidos suyos y del medio social bogotano de la época.
Dejó un legado, La obra de José Asunción Silva es breve, en parte por el naufragio en el que se perdieron gran parte de sus manuscritos. Comprende alrededor de 150 poemas, una novela titulada De sobremesa y una serie, también breve, de prosas y notas críticas. Los poemas están distribuidos en cuatro conjunto.
José Martí

El 4 de octubre de 1869, durante la primera guerra de independencia cubana (1868-1878), al pasar una escuadra del Primer Batallón de Voluntarios por la calle Industrias n.º 122, donde residían los Valdés Domínguez, de la vivienda se oyen risas y los voluntarios toman esto como una provocación. Regresan en la noche y someten la casa a un minucioso registro. Entre la correspondencia encuentran una carta dirigida a Carlos de Castro y Castro, compañero del colegio al que, por haberse alistado como voluntario en el ejército español para combatir a los independentistas, calificaban de apóstata.
Por tal razón, el 21 de octubre de 1869 Martí ingresa en la Cárcel Nacional acusado de traición por escribir esa carta, junto a su amigo Fermín Valdés Domínguez. El 4 de marzo de 1870, Martí fue condenado a seis años de prisión, pena posteriormente conmutada por el destierro a la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud), al suroeste de la principal isla cubana. Llega allí el 13 de octubre. El 18 de diciembre sale hacia La Habana y el 15 de enero de 1871, por gestiones realizadas por sus padres, logró ser deportado a España. Allá comienza a cursar estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.
El 19 de mayo de 1895 una columna española se desplegó en la zona de Dos Ríos, cerca de Palma Soriano, donde acampaban los cubanos. Martí marchaba entre Gómez y el mayor general Bartolomé Masó. Al llegar al lugar de la acción, Gómez le indicó detenerse y permanecer en el lugar acordado. No obstante, en el transcurso del combate, se separó de las fuerzas cubanas. Martí cabalgó, sin saberlo, hacia un grupo de españoles ocultos en la maleza y fue alcanzado por tres disparos que le provocaron heridas mortales. Su cadáver no pudo ser rescatado por los mambises (soldados cubanos). Tras varios entierros, fue finalmente sepultado el día 27, en el nicho número 134 de la galería sur del cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Miembro de una familia bien posicionada económicamente, Rodó aprendió a leer a los cuatro años, con la ayuda de su hermana, y desde entonces fue un apasionado lector. Su rendimiento escolar presentó altibajos desde un primer momento. Inició sus estudios en la Escuela y Liceo Elbio Fernández de Montevideo,1 donde se interesó principalmente por materias como la historia y la literatura;2 ingresó en 1882 y al año siguiente debió pasar a otro colegio oficial por problemas económicos de su familia, debidos a algunos fracasos en los negocios de su padre. Comenzó a trabajar a los 14 años, tras la muerte de su padre, en tareas de ayudante en un estudio de escribanos.
La obra de Rodó se enmarca dentro de lo que se conoció como modernismo literario, encabezado por Rubén Darío. Este género, relacionado frecuentemente con la poesía, fue desarrollado por Rodó en la prosa, pocos años después de la publicación de los primeros poemarios de Darío. Este movimiento que inició en 1890 y duraría hasta la segunda década del siguiente siglo, se desarrolló en un contexto en el que se debatía entre teología y ciencia, Iglesia y mundo. El término "modernismo" por lo tanto, era considerado inicialmente un pensamiento "heterodoxo". Es decir, una postura que refutaba algunos de los puntos de vista sostenidos por la Iglesia católica tradicional de la época, lo que llevó a Pío X y León XIII a condenar las propuestas modernistas. En específico las posturas defendidas giraban alrededor de temas como la jerarquía, la relación entre la Iglesia y el Estado, la dogmática y la participación de los católicos en la vida pública. La preocupación del correcto funcionamiento de la democracia de Rodó fue desarrollado décadas más tarde por el filósofo español Ortega y Gasset en su ensayo La rebelión de las masas, haciendo eco de la idea rodoniana de que para el correcto funcionamiento del sistema democrático era necesario garantizar al mismo tiempo igualdad de oportunidades y meritocracia. El grupo que debía gobernar, debían ser los mejores, pero no elegidos de manera aristocrática a través de la nobleza sino por medios democráticos.8
Sus escritos acerca de la democracia influenciaron en el grupo cultural chileno llamado "Los Diez" conformado por arquitectos, escritores, escultores, músicos y pintores, y que tuvieron influencia en el periodo de 1914 hasta 1924.
Fue el primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes se habían casado en León en 1866, tras conseguir las dispensas eclesiásticas necesarias, pues se trataba de primos segundos.
La conducta de Manuel, aficionado al alcohol y a las mujeres, hizo que Rosa, embarazada, tomara la decisión de abandonar el hogar conyugal y refugiarse en la ciudad de Metapa, en la que dio a luz a su hijo, Félix Rubén. El matrimonio se reconcilió; Rosa llegó a dar a luz a otra hija de Manuel, Cándida Rosa, quien murió a los pocos días. La relación se deterioró otra vez y Rosa abandonó a su marido para ir a vivir con su hijo en casa de su tía Bernarda Sarmiento, quien vivía con su esposo, el coronel Félix Ramírez Madregil, en la misma ciudad de León. Rosa Sarmiento conoció poco después a otro hombre, y estableció con él su residencia en San Marcos de Colón, en Honduras.
Entre los primeros libros que menciona haber leído están el Quijote, las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia, los Oficios de Cicerón, y la Corina (Corinne) de Madame de Staël.9 Pronto empezó también a escribir sus primeros versos: se conserva un soneto escrito por él en 1879, y publicó por primera vez en un periódico poco después de cumplir los 13: se trata de la elegía Una lágrima, que apareció en el diario El Termómetro, de la ciudad de Rivas, el 26 de julio de 1880. Poco después colaboró también en El Ensayo, revista literaria de León, y alcanzó fama como «poeta niño». En estos primeros versos, según Teodosio Fernández,5 sus influencias predominantes eran los poetas españoles de la época: Zorrilla, Campoamor, Núñez de Arce y Ventura de la Vega.
Legado, La influencia de Darío fue inmensa en los poetas de principios de siglo, tanto en España como en América. Muchos de sus seguidores, sin embargo, cambiaron pronto de rumbo: es el caso de Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado.
Darío llegó a ser un poeta muy popular, cuyas obras se memorizaban en las escuelas de los países hispanohablantes y eran imitadas por cientos de jóvenes poetas. Esto resultó perjudicial para la recepción de su obra. Después de la Primera Guerra Mundial, con el nacimiento de las vanguardias literarias, los poetas volvieron la espalda a la estética modernista, que consideraban anticuada y retoricista.
Los poetas del siglo xx mostraron hacia la obra de Darío actitudes divergentes. Entre sus principales detractores figura Luis Cernuda, que reprochaba al nicaragüense su afrancesamiento superficial, su trivialidad y su actitud «escapista».52 En cambio, fue admirado por poetas tan distanciados de su estilo como Federico García Lorca y Pablo Neruda, si bien el primero se refirió a «su mal gusto encantador, y los ripios descarados que llenan de humanidad la muchedumbre de sus versos».53 El español Pedro Salinas le dedicó el ensayo La poesía de Rubén Darío, en 1948.
Fue el primero de los nueve hijos de su madre, originaria de Jalisco, y Trinidad Berumen Llamas, de una familia de terratenientes locales. Nace en Jerez de García Salinas, Zacatecas; posteriormente, su nacimiento será registrado en el Registro Civil de Jerez. El padre, tras ejercer sin fortuna como abogado, había fundado un colegio católico en Jerez. En 1900, Ramón fue enviado al Seminario de Zacatecas, donde permaneció dos años; más tarde, debido a la mudanza de su familia, se trasladó al Seminario de Aguascalientes. En 1905 eligió abandonar el Seminario y su posible futuro como sacerdote, optando por la carrera de Leyes.
Fue enviado a la corte por un robo a sus padres durante su juventud, López Velarde pasó sus vacaciones en Jerez. Durante su juventud Ramón fue enviado a una escuela de mujeres por sus padres, lo que causó primero su molestia, aunque años después estuvo muy agradecido, pues conoció a mujeres que fueron importantes para él. En esa época conoció a Josefa de los Ríos, pariente lejana y ocho años mayor que él, quien le causó una honda impresión. El primer poema que se conoce de López Velarde, fechado en 1905, parece estar inspirado en ella, a la que luego dará en su obra el nombre de "Fuensanta".
Apoyó abiertamente las exigencias de reformas políticas de Francisco I. Madero, a quien conoció personalmente en 1910. En 1911 obtuvo el título de abogado y tomó posesión como juez de primera instancia en un pequeño pueblo del estado de San Luis, llamado Venado. Sin embargo, dejó su cargo a finales de año y viajó a la Ciudad de México, pensando que Madero, nuevo presidente de la República, le daría algún puesto de confianza, pero no ocurrió así, quizá a causa del catolicismo militante de López Velarde.
En 1912, Eduardo J. Correa, antiguo protector suyo, lo llamó para colaborar en el diario católico de la Ciudad de México La Nación. Para la mencionada publicación, Velarde escribió poemas, reseñas y muchos artículos políticos sobre la nueva situación de México. En ellos atacó, entre otros, a Emiliano Zapata. Abandonó el periódico poco antes de la sublevación del 9 de febrero de 1913 en la Ciudad de México, que llevaría al poder a Victoriano Huerta, y procuró alejarse de los desórdenes trasladándose de nuevo a San Luis Potosí, donde puso un bufete. Allí comenzó a cortejar a María de Nevares, a quien seguiría pretendiendo durante toda la vida, aunque nunca llegaron a contraer matrimonio.
Murió el 19 de junio de 1921, poco después de cumplir los treinta y tres años. La causa oficial de su muerte, según el certificado de defunción, fue una bronconeumonía que se complicó debido también a la sífilis que padecía. Dejó un libro inédito, El son del corazón, que se publicaría hasta 1932. Un libro de prosa, El minutero, sería también editado por sus deudos póstumamente, en 1923. El 15 de junio de 1963 sus restos mortales fueron exhumados y trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México.
Baldomero Fernández Moreno
Su poema más recordado es «Setenta balcones y ninguna flor». Se destacan también «Una estrella», «El poeta y la calle», «Soneto de tus vísceras» y «La vaca muerta», y sus libros de poemas Versos de Negrita, Intermedio provinciano y Ciudad.
En el frente sur del Obelisco de Buenos Aires se encuentra inscripto el soneto que dedicó a este reconocido símbolo de la ciudad y del país.
Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre de 1886 en el barrio de Montserrat, ubicado en la ciudad de Buenos Aires. Fue el primogénito del comerciante español Baldomero Fernández, oriundo de Bárcena de Cicero, Cantabria y de Amelia Moreno, ciudadana española, nacida en Bocígano, Guadalajara.
En 1892 partió con su familia a Bárcena de Cícero. En 1897, su padre regresó a Buenos Aires y entre 1898 y 1899 vivió en Madrid en la casa de unos tíos.
Posteriormente, se trasladó de Barcelona rumbo a Buenos Aires en el Cataluña, reuniéndose en Montevideo con su padre y su tío, el médico cirujano Avelino Gutiérrez, Profesor Titular de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Director del Hospital Español de Buenos Aires.
Tras cursar los primeros dos años de estudios secundarios en el Liceo Ibérico Platense, en 1902 pasó al Colegio Nacional de Buenos Aires (momentáneamente llamado Colegio Nacional Central), donde se graduaría, y al que le dedicaría años más tarde la Elegía al Colegio Nacional Central. En esos años escribió sus primeros poemas. Influenciado por Avelino Gutiérrez y el médico español José María Carrera, en 1904, con 17 años, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Tuvo dos hijos más, Manrique y Clara, y el 30 de mayo de 1945 nació su primera nieta, Marcela, primogénita de su hijo César, que inspiraría el Libro de Marcela (1946). De todas maneras, la depresión no lo había abandonado: entre 1942 y 1946 había concurrido a una clínica psiquiátrica de Floresta, permaneciendo internado algún tiempo, pero su situación empeoró.
En 1949 tuvo un primer accidente cerebrovascular. Finalmente, el 7 de junio de 1950, sufrió un segundo ACV que le ocasionó la muerte, en su casa ubicada en la calle Francisco Bilbao 2384, en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires. Fue sepultado en el cementerio de la ciudad de Chascomús.
En su honor, fueron nombradas una calle de Buenos Aires (a pocas cuadras de su residencia definitiva), una de las estaciones del ferrocarril Urquiza, la Escuela de Comercio n.° 4 (donde fue profesor de literatura), la escuela primaria n.° 39 de la localidad bonaerense de Moreno y la escuela primaria n.° 32 de la ciudad de Chivilcoy, provincia de Buenos Aires.
Poeta representativo de la raíz y la voz del pueblo chileno, Carlos Pezoa Véliz desafió el modelo modernista con una obra independiente de las modas, rebelde, irónica y sensible a la realidad de los marginados. Su poesía fue reunida y editada en forma de libro de manera póstuma.
Fue alumno del Liceo San Agustín y del Instituto Superior de Comercio, pero por tener que enrolarse en la Guardia Nacional, debido a los conflictos limítrofes existentes con Argentina, abandonó sus estudios en 1897.
Comenzó escribiendo en La Lira Popular, donde compartió el oficio con otros poetas y payadores populares. Su reconocimiento como poeta lo logró en el Ateneo Obrero de Santiago el 6 de agosto de 1899, cuando leyó por primera vez «Hijo del pueblo» y «Libertaria». Fue el primer secretario del modesto Ateneo anarquista. En Santiago, publicó en diarios, tabloides y revistas como El Obrero, La Ley y La Campaña.
En 1902, se mudó a Valparaíso, donde colaboró con el diario La Voz del Pueblo y, posteriormente, con La Comedia Humana de Viña del Mar. En 1904, publicó sus poemas más conocidos: «El pintor Pereza» en Chile Ilustrado y «Nada» en La Lira Chilena.
Como reportero, sus trabajos más célebres, publicados en el diario La Voz del Pueblo, son un conjunto de artículos y reportajes sobre la región del salitre (1905) y el recientemente descubierto sobre el fusilamiento de Émile Dubois, publicado en El Chileno de Valparaíso en 1907.
A raíz del terremoto que sacudió a Valparaíso el 16 de agosto de 1906, Pezoa Véliz resultó severamente herido al quedar atrapado en un derrumbe de las paredes de la pensión donde residía, en la calle Viana en Viña del Mar. Fue internado en el Hospital Alemán de Valparaíso con sus dos piernas destrozadas, lugar en el que escribió su poema “Tarde en el hospital” (su primera versión apareció con el título “Tarde en el Hospital Alemán” en la revista Sucesos de Valparaíso, el 29 de agosto de 1907).5 Posteriormente, después de una larga y dolorosa convalecencia, se trasladó a Santiago e ingresó al Hospital San Vicente de Paul —hoy Hospital clínico de la Universidad de Chile — donde se le diagnosticó tuberculosis al peritoneo, enfermedad de la que murió el 21 de abril de 1908, con apenas 28 años. Fue sepultado en el nicho número 13 del Cementerio Católico junto a la tumba de su padre.
Estos son los autores más importantes del siglo finisecular XIX, con una breve reseña y biografía de estos.
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